DIARIO MATUTINO

Tras muchos días sin saber que sucede, me encuentro en la cafatería de mi hotel. Una preciosa ciudad, con arte románico y gótico, tierra de estudiantes y artistas, Salamanca me acogerá durante tres días mientras termino un trabajo.

Mientras tecleo mi portátil, escucho el susurro de una chica a escasos metros de mi. Me mira, al principio seria, retiro mi mirada porque me da verguenza. Pero noto como ella sigue mirándome. Por fin, tras unos cruces más de miradas me sonríe. La secuencia se repite durante un tiempo indefinido. Hasta que por fin, se decide hablarme.... Un lenguaje desconocido para mi y que por desgracia ya dejé en el olvido.... Aquella pequeña de no más de dos años, se había encaprichado de mi y no dejaba de buscarme para que le diese juego.

Así cierro mi portátil y comienzo a jugar con ella. Las risas pronto llaman la atención del resto de los presentes, y nos convertimos en el centro de diversión de muchos de ellos. Desinhibido del todo comienzo a correr tras ella, hacerle cosquillas, y demás tonterías que hacen disfrutar a una criatura de esa edad... Su padre me mira con cierto recelo, tal vez porque él no ha conseguido lo que yo (No lo creo), tal vez porque no se fía de mi (Un hombre corriendo detrás de una niña no es algo muy común), o tal vez, porque le estoy dando un poco de paz y de calma en sus vacaciones y su mirada más bien es de agradecimiento.

Dejo de jugar con ella para centrarme en mi trabajo, y ella se enfada y se emperra en coger servilletas de papel, pero su padre no le deja. Ella llora, mi mira y se calla, continúo con mi trabajo, y vuelve a llorar. El padre comienza perder la paciencia pero se centra en su periódico ignorándola. La niña llora... pero no por las servilletas, sino porque no quiere jugar sola, no quiere estar sola, quiere que alguien le haga caso, su padre... o yo... un simple desconocido que le encanta hacer el tonto con los más pequeños... ¡¡Qué fácil es hacer feliz a alguien!! ¡¡Qué fácil es dejar que te hagan feliz!!....

Sed buenos