domingo, 27 de febrero de 2011

LEALTAD Y PRINCIPIOS

No se cuanto tiempo ha transcurrido pero parece una eternidad. Mis hinchados dedos han olvidado como golpear las teclas, cortando así la aparente conexión entre ellos y mi alocada cabeza. El tiempo se ha deslizado por mis heridas creando un postilla que sana poco a poco las llagas producidas por el roce. Y no encuentro mi mirlo blanco que me haga sentarme y dormir en su regazo.

Tras leerme un libro, “El libro”, aprendo la importante lección de rodearme de gente sincera y leales. La lealtad, una virtud olvidada por muchos y exigida por otros. Hablando de ella el otro día, y tras varias conversaciones con ciertas personas, llego a la conclusión que la lealtad debería estar presente en todas nuestras relaciones, tanto afectivas como profesionales. Una sociedad la cual mediante la televisión y la mediocridad de sus series nos ha inyectado el virus del egoismo y de la deslealtad. Esta es la consecuencia actual del comportamiento absurdo y cobarde de muchos españolitos que se escudan en la falsa justificación de “Ellos lo hacen”.

Para ser leal hay que tener unos principios a los que serlos. La lealtad a los demás depende de los principios que uno tenga consigo mismo y estos se verán reflejados en como nos comportamos con las personas.

No siempre somos fieles a nuestros principios, pues no somos perfectos y en ocasiones, nos encontramos en mitad de una encrucijada la cual nubla nuestra mente y nos hace cometer errores. Pero este no es el problema, aunque lo parezca, este el punto clave que define al valiente del cobarde, al hombre del niño, al amigo del traidor. Es aquí donde reside la gracia del ser humano. Ante el error cometido, ante la traición cometida hacia unos principios o creencias, las cuales te definen a ti y a tus distintas relaciones con las criaturitas que pueblan este mundo, ante esta situación existen dos caminos, girar la cara mintiendo y dejando que pase el tiempo con la lamentable esperanza de que éste (tiempo) borre el pasado. O por el contrario, afrontar como persona responsable, valiente y sincera el error cometido, aprender de él y si existe solución, buscarla y aplicarla.

Al escribir mentiras me invade un sentimiento de tristeza hacia aquellas personas que viven aparentando lo que no son y que nunca alcanzarán la felicidad plena ya que viven en un continuo “teatrillo”, el cual, supongo que llegado el momento hasta ellos mismos se lo creerán, a pesar que en lo más hondo de su ser saben que viven tras una máscara.

Todo esto no lo llego a comprender, ¿cómo alguien puede vivir fingiendo lo que no es? Después de largas reflexiones y conversaciones llego a la conclusión que estas personas no se quieren a si mismas. Tal vez porque no les gusta lo que ven en el espejo, o quizás por miedo a no gustar… Cobardes, os resulta más fácil aparentar que cambiar. Pena es lo que siento, os estáis perdiendo gente que daría su vida por vosotros y todo por miedo.

La lealtad no tiene una doble interpretación, no existe más que un solo y único camino. Y si la visión que posees no es la adecuada estás condenado a traicionar a alguien. Es muy bonito oír hablar lo que para la gente es la lealtad, y como erróneamente terminan su alegato con un “Pero..” ¿Pero qué..? Sino eres capaz de ser leal a un amigo que te hace pensar que podrás serlo a tu futura pareja. Sino eres leal a tus principios e ideales los cuales cimienta tu personalidad y tu carácter, que te hace creer que podrás mantener una relación sincera con alguien o cumplir una simple promesa.

Desgraciadamente, todos sabemos esto, pero como ya te he repetido alguna vez, es mucho más fácil ser egoísta y despreocuparse del resto. No es momento de preguntarse el porque somos así, es el momento de poner los medios, de aprender a reconocer al lobo con piel de cordero. Es el momento de rodearnos de aquellos que nos son leales, (y nosotros a ellos), y no dejar que la muchedumbre egoísta y celosa del grupo creado por nosotros, corrompa lo que tenemos.

Para ser leal hay que tener principios a los que serlos, y para no traicionar esa lealtad hay que ser valiente y autocrítico. Conocerse a si mismo, saber donde están las debilidades y poner los medios para luchar los más lejos de ellas… Las grandes batallas no se luchan dentro de las murallas, sino lejos de ellas.

Sed buenos