¡¡UN MUNDO PERFECTO!!

Se acerca la blanca y fría Navidad. Ya podemos ver al falso Papá Noel en las esquinas, con su campana sonando, formando parte de esa estampa americana, cada vez más típica en nuestra soleada España.

Son fechas entrañables que tras su paso darán lugar al olvido y a la indiferencia, de grandes sonrisas que con la culminación de las vacaciones se convertirán en sonrisas hipócritas, de ilusiones que sólo permanecerán en el interior de los niños, de esperanzas puestas en un boleto el cual pondremos incomprensiblemente bajo la estatua de algún santo para después criticar a Dios por no concedernos el “bote” y de propósitos que olvidaremos nada más pasar la cabalgata de reyes, y que con sus caramelos y el roscón de reyes nos dejaremos chantajear.

Son días de gastos excesivos y de caprichos, de grandes comilonas que nos producirán ardor de estómago y de conciencia por saltarnos un régimen absurdo. De grandes borracheras dignas de recordar gracias a esa curva en la que derrapó el coche.

Vamos por la calle y todo el mundo parece más amable, portamos una sonrisa allá donde vamos, incluso nos sentimos generosos y damos limosna a un pobre mendigo que pide en la puerta de una iglesia, o sentado en el zagua de una casa en la calle Sierpes. Y nos sentimos bien con nosotros mismos, nos vamos con el pecho hinchado de gozo por la obra de caridad que hemos llevado a cabo, recibimos incluso la mirada cómplice de quien ha sido testigo de tal acto de bondad, el cual lo repite movido por un sentimiento de generosidad, que ha sido ignorado durante 330 días, se detiene frente al mendigo, hurga en sus bolsillos y con gran alegría haya 1 € que deposita sobre la palma abierta del abochornado indigente, y nos vamos con el pecho más hinchado aun si cabe porque además de dar una limosna hemos dado ejemplo y la gente me ha visto y me ha copiado.

Nos guste o no, la Navidad es una fiesta para estar en familia y con la familia, y esto a todos nos gusta. ¿Cuánta gente pasará estas navidades solos? No me refiero a esos que por causas laborales no pueden estar en su casa, tampoco a los que por causas ajenas, climatológicas, huelgas, accidentes, no puedan llegar a esas reuniones. Me estoy refiriendo a los familiares que han perdido a un ser querido y aun sienten el vacío que esa persona dejó y que solo el tiempo apaciguará. Me estoy refiriendo a los hombre y mujeres abandonados por sus hijos en los hospitales o en las residencias, me refiero a los enfermos que nadie reclama. Me estoy refiriendo a esos padres que están sufriendo porque no tienen nada que ofrecer a sus hijos.

Desde hace años, por estas fechas participo de voluntario ayudando a embalar regalos y cajas llenas de comida para familias pobres. Pasamos un rato con ellos, si hay niños pequeños jugamos con ellos y reconfortamos a los padres dentro de nuestras posibilidades. También hay un día en el que hacemos una visita a un hospital, y nos sentamos con algún enfermo el cual no tiene familiares.

Podemos hacer cosas por paliar las necesidades de nuestros semejantes, y no hace falta dedicar las 24 horas, ni si quiera hace falta dedicarle meses ni semanas, simplemente con que le dedicásemos un día al mes para hacer estas labores, las cuales son obligaciones (personales) morales de cada uno de nosotros, con un día solamente, estaríamos haciendo feliz a un grupo importante de necesitados.

Quien quiera animarse a dulcificar un poco la triste situación que viven algunas familias sevillanas y vivir una experiencia gratificante, tanto para el cuerpo como para la mente, sólo tiene que avisarme

Lo que hago es apenas una gota en el océano…Pero sin esa gota al océano le faltaría algo. (Madre Teresa de Calcuta)

Sed buenos