martes, 2 de septiembre de 2008

LA SOLEDAD DEL SER HUMANO II


Buenas, hoy voy mostraros una carta recibida hace ya algún tiempo por un amigo. Actualmente, este amigo encontró su preciado tesoro, es feliz y se reconcilio con su Dios. Vive en paz y en armonía con su hermosa mujer y tienen toda una vida por delante.

Por supuesto me ha dado su consentimiento para publicar la carta, al leerla junto a él, se asombraba de lo solo que se encontraba.



Puedo escribir los versos más tristes esta noche, dice un poema, y esto es lo que yo cuento:
Puedo contar mis penas y llorar sin hallar consuelo, puedo abrazarme a ti y seguir sintiéndome solo, puedo recibir el más apasionado de los besos y no encenderse mi corazón, puedo agarrar tu mano con fuerza y sin embargo seguir cayéndome. No encuentro consuelo en nada ni en nadie, ni si quiera en Ti. Sólo quiero ser feliz.
¿Tú me lo puedes conceder? Entonces no me sirves
Mi vida avanza, SI, pero yo sigo en el mismo punto desde hace años, más viejo, más gordo, más cascarrabias, pero en el mismo punto. Tengo problemas, claro como todo el mundo me contestarás, pero llevo tiempo con ellos y hoy estoy abatido. Intento no rendirme, pero hoy la situación puede conmigo, no veo nada positivo en esto.
Dios aprieta pero no ahoga, pues para estar así, mejor es que me ahogue ya del todo.
Me pueden humillar, escupir, me pueden tirar al suelo, pisotear engañar, pero nunca me vencerán porque seguiré levantándome un día tras otro hasta conseguir mi preciado sueño, mi tesoro, por lo que realmente vale la pena sufrir.
Bonitas palabras ¿a que si? Pues esas palabras se las ha llevado el viento, estoy cansado, necesito un descanso, y no me refiero un tiempo de vacaciones ni de relax, sino un respiro, algo que me de estabilidad, un trabajo, un boleto premiado, algo.
Dicen que cuanto más quiere Dios a alguien más difícil le hace la vida.
Con razón tiene tan pocos amigos.
Nada tengo nada y no soy más que un simple mortal en busca de sueño. Todo cuanto poseo lo llevo encima, y por suerte no son cosas materiales que se puedan extraviar, son virtudes y defectos.
El trabajo dignifica al hombre, que gran verdad, y la estoy aprendiendo a base de bien.
Sabes lo que más me duele, que a pesar que estoy enfadado con Dios, que lo odio y que no quiero saber nada de Él, lo que más me duele (me fastidia) es que Él me sigue perdonando, y me sigue esperando.




Y con esto, me despido

Sed buenos, y no desesperéis que todo pasa, nada dura eternamente

2 comentarios:

Leo dijo...

la soledad es caminar acompañado... de tu sombra

Tomás dijo...

gracias por comentar leo

La soledad es ir al cine y no tener con quien comentar la peli

Un saludo