lunes, 9 de agosto de 2010

CAMARERO.... OTRA COPITA

Se me atraganta un día como este, en el que los excesos de un fin de semana de locura me pasan factura. Todo comenzó el viernes, cuando los sinvergüenzas de mis amigos me sedujeron con el fantástico plan de hacer el descenso del Sella... Claro, si hablamos de amigos normales este plan hubiera sido fantástico, naturaleza, conocer gente, deporte, etc, pero claro al hablar de ellos dos debí imaginarme que vendrían con el kit de supervivencia, esto es litros, y litros, y litros de alcohol..

No está bien decirlo, pero creo que no probé agua en tres días, salvo la del Sella. Para quien no lo sepa, el Sella es un río situado en Asturias, el cual todos los años se hace el descenso en piragua, canoa, o balsa. Rodeado de vegetación y arboles, el río se desliza por paisajes hermosos y aguas cristalinas. En él existen algunos rápidos los cuales son la alegría para muchos y el chapuzón para otros. La diversión está asegurada, la gente está dispuesta a pasarlo bien, todos son amables y simpáticos.

Tras realizar el descenso, tuvimos nuestro descanso merecido y al anochecer pusimos pies camino a la zona de marcha, por supuesto, siempre con copa en mano. En esta tierra verde y lluviosa tienen una costumbre un tanto rara, y consiste en duchar a las personas con sidra. Es decir, cientos de personas bailando al son de la música, riendo y charlando entre copas, y sin venir a cuento, alguien tira el contenido de su copa al aire, rociando a todo aquel que estuviera cerca... Claro a mi esto me hacía una gracia.. (Os la imagináis ¿verdad?).. Al llegar la noche, o más bien al amanecer, cerca de las seis, ciegos cual culebrilla, nos dirigimos a nuestros aposentos. Un fantástico camping lleno hasta la bandera era nuestro hotel. Como todo hijo de vecino, me descalcé, abrí la tienda, me agaché para meterme.... y me encontré dos chavalas durmiendo. Miré a mi alrededor, me cercioré que eran dos chicas, y al confirmar que no era mi tienda me hice un hueco al lado de ellas y a dormir pues no estaba yo para buscar mucho mi tienda. A las dos horas oigo como alguien comienza a chillar ¿Quién es ese? Hay un hombre en nuestra tienda... Que agradable despertar... Asomé la cabeza y abrí los ojos como buenamente pude, y solo distinguí la cabeza mi amigo en la tienda de al lado partiéndose de risa... Así que me levanté y me cambia y seguí durmiendo.

Esto fue solo el comienzo de tres fantásticos días. A la mañana siguiente, decidimos irnos a A Coruña pues teníamos un conocido que hacía una fiesta en su humilde morada. Allí nos esperaban otros cuantos golfos los cuales vimos cerca de las 3 de la tarde y que viendo en el plan que veníamos comenzaron a desaparecer pues la fiesta era por la noche y querían descansar. Así que nos quedamos los de siempre y alguno más. Sin alojamiento, sin habernos duchado desde el día anterior, muertos de hambre, comenzamos nuestro ritual de risas. Llegó la noche, y para ir a la fiesta teníamos que arreglarnos, así que ni cortos ni perezosos, nos la arreglamos para entrar cinco personitas en la habitación de un hotel donde estaba hospedado un amigo.

Mientras disfrutábamos de la noche, pude observar varias estrellas fugaces o eso o yo ya estaba demasiado contentillo. Tras el paso de cada una ellas, le seguía el tradicional deseo, siempre el mismo. (aunque nunca se cumple, quizás debería cambiar el deseo ¿no?). Así transcurrió otra noche, la cual terminó en una hamburguesería, y en una habitación de hotel durmiendo cinco hombres muy grandes en una cama de matrimonio.

Este es mi relato de mi fin de semana. Y el próximo, Barcelona (¿no?)

Sed buenos, y si bebes no conduzcas

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