viernes, 26 de junio de 2009

HASTA LUEGO

Tras la lamentable derrota de la furia roja (España) comenzaron las primeras justificaciones "Esto nos vendrá bien para el mundial""Ha sido una cura de humildad""La copa Confederaciones tampoco es tan importante"...Si el que no se consuela es porque no quiere. Con lo fácil que es aceptar que EEUU jugó mejor que nosotros, y que la estrategia de Del Bosque no fue la más acertada.

Adoramos a nuestros futbolistas, ciclistas, tenistas, en general a todos nuestros deportistas de élite. Cuando digo que adoramos, no estoy exagerando, es que los tenemos puestos en un altar, podemos llegar incluso a llorar de la emoción de cruzarnos con cualquiera de ellos, conseguir inmortalizar el soñado momento con una fotografía y pedirle un beso es a lo máximo que aspiramos. Van por el mundo terrenal como si fueran "dioses", "dioses" falsos que de misericordiosos y caritativo tienen lo que yo de ladrón. Y nosotros, los fieles que nos han comido la cabeza para que los adoremos. No estoy en contra del fútbol, ni si quiera estoy en contra del dineral que cobran, estoy en contra del comportamiento de la gran mayoría de ellos, estoy en contra de como se les trata, estoy en contra de la falta de profesionalidad. Pero lo que más me fastidia es nuestra actitud, es lamentable.

Adoramos a gente que no conocemos, que vemos por la caja tonta y que consideremos nuestros amigos pues sabemos más de sus vidas que de la nuestra. Vivimos fantasías (de todo tipo) con este tipo de personas y les damos un puesto en nuestra vida prioritario. Tanto es así que cuando nuestro equipo pierde un partido nos cambia el ánimo. Envidiamos sus vidas, deseamos sus cuerpos, y su dinero. Y nos olvidamos de lo más importante, que es adorar y valorar nuestra vida y nuestra persona. Debemos aceptarla, no con resignación sino con alegría, y debemos mejorarla con la visión amplia que da el saber que tenemos toda una vida por delante. Pero cuando nos centramos en ver la vida de los demás, cuando envidiamos lo que no tenemos, cuando nos acariciamos el lomo lamentándonos y compadeciéndonos de nosotros, cuando todo son excusas y justificaciones, entonces es cuando uno no se valora. No luchar por la vida, no luchar por ser mejor persona, no luchar por lo que se quiere, no luchar por aprender, no luchar...es rendirse, es no valorarse. No podemos estar babeando detrás de estos personajes ni de nadie pues perdemos la visión amplia que da toda una vida. No podemos arrastrarnos por conseguir su camiseta, su cuerpo, su dinero. No podemos exigir que nos valoren si nosostros mismos no nos valoramos.

Debemos ser dueños de nuestros actos y no exclavos de nuestras apetencias. Debemos dominar la situación, no podemos dejarnos llevar por las emociones.

Con este post, me despido de vosotros hasta dentro de dos semanas. Necesito desconectar y formatear mi disco duro. Así que si Dios no lo remedia, nos volveremos a leer en unos diez días

Y como siempre, sed buenos

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