miércoles, 9 de julio de 2008

EL LAICISMO QUE VIENE

Estamos asistiendo a un proceso muy grave de manipulación de la letra y del espíritu del texto constitucional. Se nos quiere confundir diciendo una y mil veces que la Constitución Española es laica. A base de repetirlo muchos terminan por creérselo. Lo cierto es que la Constitución Española es aconfesional, que no es lo mismo. Ni tan siquiera parecido.
La Constitución francesa, por ejemplo, sí es laica. Y como consecuencia de ello, la religión no tiene cabida en las escuelas, las manifestaciones religiosas son censuradas en gran pedida en el ámbito público, etc.

No es nuestro caso. Nuestra Constitución es aconfesional=Que no pertenece a ninguna confesión religiosa; lo cual quiere decir que el Estado Español valora la presencia del hecho religioso en el ámbito público, sin que tenga por ello que hacer suya una confesión religiosa determinada. Añadamos a lo anterior, que nuestro texto constitucional vigente hace mención expresa de la fe católica, como aquella que ha forjado la historia e identidad cultural de este pueblo.

No podemos permitir que nos den gato por liebre. Los que pretendan introducir en España una legislación laicista, que sepan que tendrán que modificar para ello la Carta Magna. De lo contrario, estarán pretendiendo cambiar el agua de nuestra pecera, sin pedirnos permiso.

¡Cómo les gustaría a algunos suprimir del texto constitucional el artículo referente a que, son los padres los que tienen el derecho a educar a sus hijos conforme a sus principios! Por desgracia, se está cumpliendo el presagio de que la asignatura de la “Educación para la Ciudadanía” iba provocar el enfrentamiento entre quienes pretenden hacer de la laicidad una especie de “religión estatal” y quienes entendemos que el Estado no es quién para transmitir contenidos morales contrarios al sentimiento religioso de los padres. El Estado no es el educador de los hijos, sino que debe limitarse a colaborar subsidiariamente con los padres en la educación moral de sus hijos. Son dos concepciones diametralmente opuestas. Cuando los laicistas afirman que la asignatura de “Educación para la Ciudadanía” se dispone a “formar las conciencias en un mínimo común ético”, tenemos sobradas razones para echarnos a temblar, porque está más que demostrado que es imposible consensuar ese “mínimo común ético” con quien ha hecho una bandera, del rechazo de las raíces cristianas de la cultura española.

El manifiesto publicado en Málaga por la dirección del partido en el Gobierno de la Nación, en vísperas del día 6 de diciembre, no dejaba lugar a muchas dudas: “Los fundamentalismos monoteístas o religiosos siembran fronteras entre los ciudadanos. La laicidad es el espacio de Integración. Sin laicidad no habría nuevos derechos de ciudadanía, serían delitos civiles algunas libertades como la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, y dejarían de ser delitos el maltrato a la mujer, la ablación o la discriminación por razón de sexo. Sin laicidad sería difícil evitar la proliferación de conductas nada acordes con la formación de conciencias libres y críticas y con el cultivo de las virtudes cívicas.”
Después de escuchar una descripción tan agresiva hacia “los monoteísmos que siembran fronteras”, y tan benévola hacia el laicismo que “crea espacios de integración”, sólo nos queda decir que la objeción de conciencia es el último recurso de quien se ve avasallado en sus principios.

Este manifiesto laicista hecho público el día 4 de diciembre, bajo el nombre de Constitución, laicidad y Educación para la Ciudadanía, entre otras cosas, es incompatible con el discurso de la llamada Alianza de Civilizaciones. No puede ser el presidente el Gobierno diga -como hizo en diciembre- que el Islam es positivo en Turquía y el Catolicismo no lo sea en España.

Los católicos creemos que el relativismo no puede ser el fundamento de la democracia, como pretende serlo de hecho el laicismo. Si no hay una verdad última que guíe la actividad política, entonces las ideas y las convicciones son fácilmente manipuladas por razones de poder. Como la historia ha demostrado sobradamente, una democracia sustentada en el agnosticismo y en el relativismo, deriva muy fácilmente en un totalitarismo abierto o encubierto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Suscribo cuanto dices. Un abrazo. Como el segundo más mayor de doce hermanos, me preocupa que a los diez que tengo por detrás se les enseñe todas esas mandangas. No me da la gana que manipulen a mis hermanos para que confundan Estado con Dios, para que equiparen Fe con "Confianza total en la democracia". No, en la democracia no, en el PSOE. Que los textos de EPC hablan claro.

Lukas Romero

Tomás dijo...

Gracias lukas, por comentar.
el objetivo de este blog no es hablar de politica, pero si aclarar la realidad. Hablo de todo, politica, valores, ideas-pensamientos-sentimientos, un poco de todo, no quiero encasillarme.

Un saludo,