martes, 6 de mayo de 2008

ALPE DHUEZ


Frente a estas montañas y estos paisajes que animan a plantearse las eternas preguntas sin respuestas, la existencia de un Dios, ¿de donde venimos, hacia donde vamos? el bien y el mal, que sentido tiene la vida, etc. escribí estas ideas.
Subido en lo alto de un telesilla observo bajo nuestros pies el manto blanco de la nieve recién caída. Voy subiendo y como obra de magia, el bullicio y el susurro de la gente haciendo cola va desapareciendo dando lugar aun silencio indescriptible. Un silencio que se puede saborear con todos los sentidos, no dura más de 3 minutos, pero alcanzas una calma y una paz que no se puede comparar con ninguna droga. La paz se apodera de mí, en mi cabeza solo caben ideas puras, no hay malos pensamientos, ni malos rollos. Los problemas no existen durante ese tiempo.
Ya una vez alcanzado el punto máximo del telesilla, respiras hondo, no por la altura sino por el paisaje. Tanta inmensidad te abruma. Rodeados de montañas que han visto victorias y derrotas, fracasos y triunfos, de grandes personajes de la historia, imaginas si el cielo se parecerá a esto. Observo todo con detalle e intento inmortalizarlo con mi cámara. Pero más que inmortalizar una imagen, busco grabar a fuego en mí lo que estoy sintiendo, lo que la naturaleza me está transmitiendo. Al final del trayecto, pones pie firme sobre la nieve, el viento golpea tu rostro, el frío corta tus manos, notas que la montaña te está llamando, te está provocando. Sabes que este es tu sitio y sabes a lo que has venido. Te encapuchas para mantener la cabeza caliente, te colocas las gafas para evitar el reflejo del sol, el paisaje se tiñe por ellas. Sacas pecho, levantas orgulloso la cabeza y en señal de respeto, por el paisaje que la madre naturaleza te ha preparado, la saludas.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya castañazo, pero sobre todo, vaya envidia, Tomás! Estos días me acordaré mucho de ti delante del Jefe! Un saludo y nos vemos el viernes.