jueves, 9 de septiembre de 2010

EL MURO



Es la primera que vez que empiezo a escribir poniendo el título... El muro... y es que mi amigo el periodista inmaduro a parte de conocerme bastante bien es un poeta.

El hombre lleva construyendo muros toda su vida, a veces para protegerse y otras para limitar sus dominios. En ocasiones, obras que nos llenan de orgullo y otras de vergüenza. Murallas levantadas para evitar la entrada de los invasores o de gente indeseada, tapias con huecos entre sus piedras que hoy utilizamos para introducir mensajes para el más allá, o simplemente un valla levantada a base de piedras y de sangre, cuya finalidad es orar en ella a modo de balancín...

Muro de las lamentaciones, muro de la vergüenza, la gran muralla china, la línea de la paz (Belfast)... y el muro de Tomás.

Éste último, es muy especial. Difícil de franquear, se levanta del suelo a una altura incalculable, un muro que rodea todo las parcelas y dominios de este desconocido personaje. Kilómetros de muralla que rodean y protegen los sentimientos, los sueños y las alegrías, para que lo entendáis, esta mezcla de argamasa con piedras, defiende los más preciado que posee el
hombre, su corazón. Y sólo contiene una puerta de entrada y de salida, la cual es de madera maciza y sus bisagras están oxidadas por lo cuesta mucho abrirla. Todo aquel que se acerca a ella retrocede pues causa decepción los múltiples intentos fallidos por asaltarla. Y quien lo consigue, se pasea por ella un máximo de 24 horas. Y si por error, o por maldad hace un destrozo dentro, será expulsado sin ningún tipo de contemplación y el muro crecerá más.

El tiempo pasa, y mi pequeña obra faraónica se debilita. Comienza a resquebrajarse mostrando por algunas de sus diminutas grietas su preciado interior. Los curiosos se acercan a ver, y los más osados aprovechan para colarse dentro. Mi fortín, con sus torres fortificadas y sus almenas por la que se pasean mis sueños, son observadas desde lo alto de una atalaya por el vigía, el cual nunca duerme y vela por la seguridad del muchacho. En estos últimos meses hay quien se ha paseado a su antojo y solo han conseguido dejar una huella que esperemos que el tiempo, y el paso de nuevas pisadas borre. Han conseguido abrir brecha en él, sin embargo, en vez de volver a cerrarlo, he decidido dejarlo así. No temo la entrada de nadie.

Ese muro áun resquebrajado y herrumbroso sigue con sus pilares firmes bien asentados, orgulloso, como lo es la persona que lo ha levantado. Aunque ha permitido en los últimos tiempos que hayan personas que tengan un pase de pernocta, la duda asalta al alcaide de la fortaleza sobre la conveniencia de derribar sus murallas y abrir sus puertas al exterior, éstas han sido saqueadas el los últimos tiempos de tal forma que la fortaleza ahora es inexpugnable.

Mantenlas entreabiertas, me grita el vigía que vela por mi, no tengas miedo a que las fuercen, a que violen lo más sagrado de tu interior cual mujer virgen del medievo defendiendo su honra. Si algo nos han enseñados estos meses de duras batallas en las puertas del muro ha sido que es bueno que hayas sufrido daños, agüeros y grietas en tu eterno muro. Te han hecho, si eso era posible, más humano, más persona, mejor amigo y más maduro.

El muro no ha caído, pero se vislumbra la entrada y una luz al fondo... No le pongas ese "candao" con olor a oxido, ciérralas para algunos, pero mantén las puertas abiertas para tus personas importantes. (Grandes palabras escritas por mi amigo el periodista inmaduro)

Sed buenos