domingo, 13 de septiembre de 2009

CUANDO YO ME MUERA...

ALBERTO VALERO MARTIN escribió este poema. No he encontrado nada sobre su vida en Google, así que no puedo deciros ni quien fue ni que hizo. Espero que os guste.
Sed buenos
Cuando yo me muera, pobres hijos mios, y vengan a casa los enterradores a buscar mis retos rígidos y frios para arrebatarlos de vuestros amores;
Cuando ya mis ojos no puedan miraros y me haya invadido la eterna quietud y el cuerpo no pueda salir a buscaros de las ocho tablas de un ataúd;
Cuando, solo y lívido, bien amortajado, quede entre los pliegues de lienzos caseros, después que ya todo lo haya terminado la tierra que me echen los sepultureros.
Cuando lleguen esos terribles instantes en que vuestras dulces voces tan amadas me llamen con trágicos tonos delirantes y ante mi silencio callen aterradas...
Cuando sollozantes todos los hermanos, con espantadizo y hondo desconsuelo, vengáis a cubrirme de besos las manos y al acariciarlas las sintáis de hielo...
Cuando ya parezca siempre mudo, para siempre frío, para siempre inerte, aun quiero en la vida serviros de escudo venciendo el absuro fatal de la muerte.
Y así, pobres hijos míos, cuando en el materno regazo dulcísimo durmáis silenciosos en las largtas noches del horrible invierno y os despierten graves ruidos misteriosos, y sienta en su triste lecho de viuda vuestra madre el sueño segado en la hoz del llanto, deciros sin miedo y sin duda:
-Nuesto padre llega y es ésa su voz...
Y habéis escucharla siempre amante y puro, cuando os acometan los torpes pasiones, cuando os atormente la mala ventura, cuando desfallezcan vuestros corazones..... ella os dirá, dulce y queda y amante:
-¡Venced las flaquezas con ánimo fuerte!
¡Yo os sigo de cerca, vivo y vigilante, a través del negro dintel de la muerte!...
Que os ate un cariño trabado y sincero. Todo repartíroslo; el pan y el dolor.
¡Y avanzad seguros por vuestro sendero sembrando una siembra divina de amor!
Sed vosotros dulces, y sed generosos vosotros, mis hijos; mas sabed también enseñar, si os muerden los lobos rabiosos, al gope la mano y el alma al desdén.
Que haya en vuestro espírtitu, armónicamente, ternura y desprecio, braveza y piedad, y una sed rabiosa, noble y absorbente, de sueños, de rimas y de eternidad...
Nada os amedrente; ningún mal presagio os turbe de miedo; las almas serenas sed siempre, hijos míos, en este naufragio, vosotros muy fuertes, vosotras muy buenas...
Sonarán mis voces siempre a vuestro lado con mi amor prendido de vuestros amores, cuando ya parezca todo terminado y vengan a casa los enterradores...¡Hijos, no se muere!. En la honda caverna del negro misterio, sin fondo sensible, una voz me grita: ¡La vida es eterna y en lo misterioso nada es imposible!
En el campo, en casa, -¿Vienen de muy lejos?-, yo oigo de los muertos confidencias quedas entre las carcomas de los muebles viejos y entre los ramajes de las arboledas...
Infinitamente se engrana la vida, y en el infinito no hay menos ni más...
¡Yo siempre, hijos míos, llevaré prendida mi vida a la vuestra, por siempre jamás!.
La vida es eterna... Misteriosamente siento de mis muertos las voces, que son como un gran consuelo suave y confidente en la prematura vejez de mi frente y en la carne viva de mi corazón...

20 comentarios:

Benji dijo...

Fabuloso. Emocionante. Explicito. Tierno. Me ha gustado muchisimo... da que pensar, y me parece una forma ejemplar de enfrentar una realidad tan ajena y a la vez cercana como es la muerte. Me lo copio.

Tomás dijo...

¿Verdad que si?? No me canso de leerlo.

Pero mi parte favorita es esta:
-Que haya en vuestro espírtitu, armónicamente, ternura y desprecio, braveza y piedad, y una sed rabiosa, noble y absorbente, de sueños, de rimas y de eternidad...
Nada os amedrente; ningún mal presagio os turbe de miedo; las almas serenas sed siempre, hijos míos, en este naufragio, vosotros muy fuertes, vosotras muy buenas...

Benji dijo...

yo tambien me he quedado con ese trozo... lo de el equilibrio da que pensar.

Blanca dijo...

Sin nada que ver con ésta entrada.-

Amigo Tomás, encontré esto, sobre los musulmanes,tema que ya trataste una vez. Creo que apreciarás el verlo. Hasta luego.

http://www.youtube.com/watch?v=YxJnVU0fUxE

Blanca dijo...

Hola, Tomás, que hermosa entrada esta que pusiste. Como para tenerlo en casa y releerlo. Perdona la intromisión del comentario anterior, disculpa si resulta inoportuna metida entre los comentarios a tan bello poema. Au revoir.

Anónimo dijo...

Yo conozco a un nieto, y a toda la familia de ese nieto.

Francisco Galvache Valero-Martín dijo...

Me he encontrado inesperadamente con este "rincón". Ha sido un rencuentro entrañable con el legado amoroso de mi abuelo a sus hijos y también a su mujer, mi abuela María, que nos lo leyó, por primera vez, a mi y a mi hermano, cuando ya apuntaba, en nosotros, la adolescencia.
A pesar del tiempo transcurrido -unos sesenta años- aun me emociona recordarla sosteniendo en sus manos la sexta edición de "Las mil mejores poesías de la Lengua castellana" que, en 1941, la incluía, y que aun recoge la más reciente de las publicadas.
Mi Abuelo Alberto fue prestigioso abogado, poeta y escritor. Entre sus amigos figuraron gentes del genio de Emilio Carrere, Fernández Flórez, Manuel y Antonio Machado, Joaquín Calvo Sotelo, Hunamuno...El y varios de sus hermanos, siguieron la tradición de su padre, Juan Valero de Tornos, escritor y periodista de gran renombre en su época.
Reseñas biográficas de unos y otros, aparecían en la Enciclopedia Espasa.
Francisco Galvache Valero-Martín, hijo de su primogénita, María Dolores Valero-Martín Purón

Amilcar Barca dijo...

Y aunque escribo con pseudónimo, yo soy hijo de Francisco Galvache Valero-Martín, al que con orgullo y satisfacción facilité este enlace que encontré casi por casualidad.

Anónimo dijo...

Precioso.

Anónimo dijo...

Hermoso poema, aquí copiado aprisa, con errores y omisiones, y sin respetar la division en líneas correspondientes a los dodecasílabos.

Anónimo dijo...

Amilcar, yo me llamo Javier y soy bisnieto de Alberto Valero Martín, nieto de Napoleón... Ando un poco perdido sobre mi familia y me gustaría mucho saber un poco mas (javieremv@hotmail.com) Mil gracias

coque dijo...

Consuelo Valero:
Soy nieta de Alberto Valero Martín. Hija de Alberto Valero Purón y Consuelo de Castro Quintero.
Durante mi infancia recuerdo haber visto algún libro de poemas de mi abuelo, bellamente encuadernados, y hoy desaparecidos. Si alguien conoce algún título genérico que corresponda a los ya desaparecidos, agradecería que me lo hiciesen saber. Gracias.

Tania Do dijo...

Hola ¿Qué tal? Alberto es mi bisabuelo. Que alegría. ¿Eres hijo de Cheles, de Mariloli? Yo soy Tania Sánchez de Enciso y Domínguez. Nieta de Sofía Valero Purón e hija de Alberto S.E.V Mi tío Luis vive en Madrid. Un abrazo muy grande @@@ :) :)

Tania Do dijo...

Hola Javier. Que maravilla. Tu abuelo Napoleón y mi abuela Sofía eran hermanos. Soy Tania. Encantada de saludarte. ¿Vives en Madrid? Yo soy de Las Palmas. Somos primos segundos. Soy hija de Alberto Sánchez de Enciso y Vslero. Abrazoo @@@:) Cómo me gustaría conocer a mis primos. Ciao ciao :)

Tania Do dijo...

Hola Consuelo, soy Tania (nieta de Sofia/hija de Alberto). Tengo fotos preciosas d tu querido padre y tío abuelo mio, el guapísimo Alberto y con orgullo y satisfacción cuento la historia de su vida y también de su prematura marcha. Un abrazo muy fuerte @@@

coque dijo...


Hola Tania:


Que alegría encontrar personas de la familia aunque sea por estos medios. Me encantaría conocer esas fotos de mi padre que sí era muy guapo, lo que es común a todos esos hermanos. De los Enciso tengo muy buena relación con Luis, el mayor de los hijos de mi tía Sofía. Desde la posibilidad que me da este blog, un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola, ya que no hay casi nada de este autor en la red, comparto con vosotros este poema suyo que guardé. Se recoge en La corte de los poetas, donde, creo, recordar, había alguno más de él:

Anónimo dijo...

EL DOLOR DE CUASIMODO

Horrible campanero, engendro monstruoso,
torcido y patizambo, atlético y giboso,
encarnación doliente de la deformidad,
¿por qué frente a Esmeralda un hombre te creíste?
¿Por qué te enamoraste? ¿Por qué luchar quisiste
con la fatalidad?

Si ante tu ruin figura los niños se espantaban,
los hombres se reían, las hembras se burlaban
y te escondías de ellos con tu odio y tu dolor,
¡cómo te imaginaste en tu soñar un día
que dentro de tu alma hacer brotar podría
sus flores el amor?

¿No viste que marchabas hacia el dolor tirano
que eternizó las horas amargas de Cyrano?
Si hasta tu madre misma te abandonó al nacer,
creyéndote el demonio, y huyó con sus temores
¿cómo, loco, pensaste calmar tu ansia de amores
en brazos de mujer?

¿Por qué cuando el verdugo tus carnes azotaba
y por tu enorme giba la sangre resbalaba
y las punzantes burlas podías advertir
de un pueblo al que tu bárbaro suplicio divertía,
que ante tus convulsiones horribles se reía
no llegaste a morir?

¿Por qué cuando enervado, exhausto, adolorido,
–¡agua!—pediste ronco con lúgubre gemido
y respondió a tu grito la risa general
subió hasta tu picota, dolida de tus males,
y te ofreció su cántaro con manos celestiales
la moza virginal?

¿Por qué tu ojo de cíclope humedecióse al verla?
¿Por qué hubieras querido besarla y retenerla?
¿Por qué todo tu espíritu lloró de gratitud?
¿Por qué al verla tan buena y al verla tan hermosa
sentiste como el suave perfume de una rosa
de carne y de virtud?

¿Por qué nació brioso con ímpetu invencible
aquel amor que había de ser un imposible
por el infame aspecto de tu monstruosidad?
¡Oh, cuánto te odiarías por tus deformidades!
¡Oh, cómo llorarías en largas soledades
tu horrible fealdad!

¡Oh, cómo te ahogarían la rabia y la tristeza
cuando frente a Esmeralda bajares la cabeza
callando avergonzado los gritos de tu amor!
¡Salvástela la vida, amante la guardabas,
y con tu ruin presencia espanto la causabas,
Monarca del dolor!

Yo evoco aquellas noches en que a sus pies tendido,
astuto y vigilante como águila en el nido,
cuidabas de su vida, velabas su soñar,
y luego, antes del día huías temeroso
de que al verte a sus plantas tan feo y espantoso
pudiérase asustar.

Anónimo dijo...

¡Oh, pobre Cuasimodo!¡Oh, gimio gigantesco,
viviente paradoja, dramático y grotesco,
enano apocalíptico, sonrisa del horror,
ninguno de los tristes que han sido en este mundo
osara disputarte por un solo segundo
el trono del dolor!

Ni aquella pobre Gúdula, ni el pobre Claudio Frollo,
maltrechos y estrellados contra el terrible escollo
que forman los designios de la fatalidad
sufrieron los dolores, la intensa desventura,
que tú con la visible y trágica figura
de tu monstruosidad.

Te evoco en el instante supremo de agonía
en que la horca viste, horrorizada y fría,
a Esmeralda en postrera terrible convulsión,
¡Oh, no poder librarla cómo de los hampones!
¡Oh, cómo romperían brutales sensaciones
tu pobre corazón!

Y luego, al macilento reflejo de la luna
que brilla quieta y pálida, vertiendo como una
tristona luz de ensueño, te miro caminar
entre los esqueletos de los estrangulados
que en el macabro foso revueltos, hacinados,
parecen dormitar…

Y al rayo de la luna blanquean y relucen,
parece que maldicen sin voces, y producen
cuando el viento silbante rebrama con furor
y los junta y los choca, rugidos de malditos,
sollozos misteriosos, imprecaciones, gritos
de rabia o de terror…

Al fin, hallas el frío cadáver de tu amada,
su bárbara agonía está bien retratada
en la mueca horrible que el rostro conservó
¡pero es aún más terrible, es aún más doloroso
el gesto de amargura que fiero y espantoso
tu rostro retrató!...

Y abrazado a aquel cuerpo, que tú tanto quisiste,
del que tu aspecto horrendo, extraordinario y triste
te alejó para siempre, comienzas a llorar,
la besas delirante los ojos y la boca
¡y aquellos esqueletos con los que el viento choca
parecen sollozar!

De Montfaucón el foso macabro y nauseabundo
sirvió de sepultura a tu dolor profundo,
allí ¡con tu Esmeralda! quisiste tú morir,
allí, sin más testigo que el rayo de la luna,
finalizó tu vida doliente cual ninguna,
tu bárbaro sufrir…

Horrible campanero, engendro monstruoso,
torcido y patizambo, atlético y giboso,
encarnación doliente de la deformidad,
¿por qué frente a Esmeralda un hombre te creíste?
¿Por qué te enamoraste? ¿Por qué luchar quisiste
con la fatalidad?...

¡Oh, pobre Cuasimodo!¡Oh, gimio gigantesco,
viviente paradoja, dramático y grotesco,
enano apocalíptico, sonrisa del horror
¡que nadie te dispute tu trágica realeza,
la Palma del martirio, la Cruz de la Tristeza,
el Trono del Dolor!...

Anónimo dijo...

Ay hola Consuelo, hacía mucho que no entraba x aquí. Claro, con mucho gusto te envío las fotos que tengo de tu padre. Ahora estoy en Estocolmo, donde vivo. Cuando vuelva a casa, a Las Palmas hago fotos y te las mando ¿A dónde? Este es mi e-mail: tg_se_d@hotmail.es. ¿Tienes facebook? ¿Y te acuerdas de mi padre Alberto? Está muy bien y sigue muy guapo. Besitoss de, Tania :)