jueves, 4 de septiembre de 2008

PERSEVERANCIA


Lo que son los tiempos. Anoche por culpa del dichoso insomnio que en ocasiones me acompaña, me puse a pensar y darle vuelta a eso de las parejas.

Es curioso, que antes, cuando la palabra móvil sólo significaba movimiento y no teléfono portátil, el que pretendiera tener una conversación con su novia, la cual vivía a 100 km lejos de él, tenía que irse en busca de un teléfono el cual, sólo poseía el rico del pueblo o en la oficina de correos para poder escuchar la voz de su amada y así mantener la llama de su relación encendida. Y aun así, salían adelante las relaciones.

Si a esto del teléfono le sumamos una guerra, o un éxodo del país o del pueblo en busca de trabajo, es decir, un aumento bastante considerable de km, la tarea de mantener encendida dicha llama parece imposible. El único medio posible de comunicación eran las cartas o telegramas. Respecto a esto, hay historias increíbles. En la segunda guerra mundial, hubo una mujer que recibió una media de 300 cartas al año hasta finalizar la guerra. ¿hacéis el cálculo? Cerca de una carta al día.

Para hacer un viaje de fin de semana, o la típica escapadita para ver a la novia, las pasaban canutas. Hablamos de días caminando, a burro, o en bicicleta (este último sería yo.

Y hoy, con los medios que tenemos de transportes,(avión, coche, tren, barco), de comunicación, (Cartas, e-mail, Webcam, teléfonos portátiles, etc)no somos capaces de mantener una relación a 100 km, ni de sacrificarnos por sacar adelante una relación.
Nos agobia que nuestra pareja se vaya de Erasmus un año, o que esté destinado en el extranjero, pensamos que no somos capaces de resistir tal sacrificio. Sin embargo, nuestros ancestros nos demuestran, una vez más, que todo se puede superar.

Pero lo que realmente me llama la atención es, que a pesar de las distancias, de la incomunicación que existía entre ellos, ambos eran capaces de enamorarse, de ser fieles, y de mantenerse unidos aunque les separase una guerra, o miles de km. Creían en su amor y luchaban por mantener la llama encendida.

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